Mucha gente piensa que para ser un emprendedor tienes que tener ciertas cualidades o conocimientos sobre negocios. Esto no siempre es verdad. Hay gente que nace con habilidades para los negocios pero a los demás nos toca aprender. Lo que nadie nos dice es que estas habilidades se pueden aprenden en otros campos, como el arte. Parece una idea absurda ya que parecen dos mundos diferentes, pero no son tan lejanos uno del otro.

Cuando pensamos en creatividad, creo que unas de las primeras cosas que se nos vienen a la cabeza son: pasión, habilidad e idea. Comencemos por la primera palabra: pasión. Es muy raro escuchar de un artista sin pasión. Las personas que la pierden, se les hace difícil crear. La pasión es lo que nos lleva a crear, a expresarnos e ir más allá. Es lo que nos hace sentir amor por lo que hacemos. Cuando la perdemos, las cosas dejan de tener sentido y normalmente escogemos otro camino. Lo mismo pasa en los negocios. Nosotros debemos apasionarnos por nuestra idea y por nuestro emprendimiento. Cuando perdemos esa pasión, es posible que el negocio caiga o nos olvidemos que queríamos hacer con este. Lo importante es seguir y superar las dificultades para no dejar que la llama muera.

La segunda palabra es habilidad. Para que nosotros podamos ser hábiles en algo, nos toca practicar y practicar. Es posible que tus primeros proyectos no eran tan bonitos, pero con la práctica has logrado mejorar tu técnica y ser más “hábil” en tus creaciones. Pero lo que nos lleva a practicar son nuestros fracasos y el tratar de disminuirlos. Y aunque a veces trates de ocultarlos, estos deberían ser tus trabajos más importantes, ya que fueron los que te enseñaron a como ser mejor. Lo mismo pasa con los emprendedores. Los que parecen unos genios de los negocios, realmente han ganado esa “habilidad”. Ellos han fracasado, han aprendido de sus errores y han mejorado sus técnicas para reducir los fracasos de sus compañías. A la final, la habilidad es lo que obtenemos después de no rendirnos por nuestros errores.

Idea es nuestra tercera palabra. Aunque puede sonar como la más importante, realmente no lo es, ya que esta puede cambiar, modificarse o quedar en el olvido. Cuando estamos trabajando en un proyecto, las cosas no siempre salen como nosotros queremos. Es muy posible que nuestro trabajo final sea completamente diferente a lo que inicialmente pensábamos. Aun así, esta versión final es la mejor versión de todas. Durante el proceso nos tocó quitar unas ideas y poner otras. A esto en el mundo del emprendimiento se lo llama adaptabilidad y es unas de las cualidades más importantes. El saber adaptarse al medio y saber cómo encontrar nuevas soluciones es lo que lleva a las compañías a sobrevivir por mucho tiempo. También es lo que lleva a las obras a convertirse en obras maestras. Adaptarse no es fácil, pero el tener ideas creativas definitivamente ayuda.

Estas son algunas de las cualidades de un emprendedor que aprendes siendo creativo. Para ser franca, no vas a aprender todo sobre emprendimientos sino creas uno. A la final, la experiencia hace al maestro. Pero quiero que veas que no necesitas entrar en el estereotipo de empresario para tener cualidades de emprendedor. Existen diferentes tipos de negocios y no todos son tan formales como pensamos. Si realmente estás pensando en crear uno y ser un emprendedor, no tengas miedo a experimentar nuevas cosas. A la final, lo importante es que actúes, te adaptes y sigas tu camino hasta llegar al objetivo que buscas.